El Acuerdo de París (2015), el último de los esfuerzos dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es un avance importante para mitigar el calentamiento global. Entró en vigencia a fines de 2016 y ya ha sido ratificado por casi la totalidad de sus 197 países firmantes, entre ellos, Chile.
En junio de 2017, Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero (GEI), anunció su retiro del Acuerdo, aunque aún no se ha concretado. En octubre de 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advirtió que se necesitan cambios de gran alcance y sin precedentes en toda la sociedad para limitar el calentamiento global a 1,5 °C en lugar de 2 °C, como se acordó en París. Esta medida evitaría graves impactos para los seres humanos y los ecosistemas y abriría la posibilidad de avanzar hacia una sociedad más sostenible y equitativa. Sin embargo, el reloj avanza rápido y el mundo no puede permitirse perder más tiempo sin acordar planes de acción más ambiciosos.
Chile es reconocido como un país vulnerable a los efectos del cambio climático, ya que en su territorio coexisten la mayoría de las condiciones que estableció la Convención Marco: costas bajas, zonas áridas y semiáridas, áreas bajo riesgo de desastres de origen natural, cuencas amenazadas por la sequía y desertificación, contaminación atmosférica en áreas urbanas y ecosistemas frágiles. Aquí y en el resto del mundo, la vida de millones de seres humanos se encuentra en peligro si no actuamos hoy.