El consumo de energía de los hogares (calefacción, iluminación y agua caliente) representa cerca de un 30% del consumo de energía en el mundo, y sus emisiones de dióxido de carbono representan casi el 20% del total. En Chile, el sector residencial consume un 21% del total de la energía del país. La composición de nuestra matriz energética es determinante para abordar el desafío del cambio climático, y la participación de las energías renovables es clave.
La agricultura es extremadamente vulnerable al cambio climático (creciente temperatura, cambios en precipitaciones, etc.), así como las poblaciones que de ella dependen. La ganadería genera importantes emisiones de Gases de Efecto Invernadero, por lo que nuestra dieta es un factor decisorio. La producción de alimentos también está amenazada, lo que supone un aumento del hambre en el futuro. La gestión sostenible de bosques y uso del suelo contribuye a mitigar el cambio climático; aumentando la absorción de CO2 y su conservación en la madera.
Nuestro continente es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, entre ellos a los eventos hidro-meteorológicos extremos. Los centros urbanos, afectados por desigualdades y segregación, además de falta de planificación, han profundizado esta vulnerabilidad. En Chile, un 88% de la población vive en ciudades, por lo que una gestión urbana sostenible es una necesidad urgente. Finalmente, son nuestras decisiones como ciudadanos-consumidores, las que están generando el cambio en el clima.
El aumento de la población aumenta la presión sobre los recursos naturales del planeta. Hoy más que nunca es necesario gestionar la producción, distribución y consumo de bienes y servicios de manera sostenible. Uno de los desafíos es potenciar una economía baja en carbono. Como consumidores, nuestro rol es fundamental al preferir productos que provienen de industrias que se hacen cargo del problema.
Transporte es el segundo sector que más contribuye a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (24% del total a nivel nacional). Las emisiones del sector han seguido aumentando en las últimas décadas, debido al aumento en la cantidad de pasajeros y a la cantidad de carga transportada. El desafío es lograr sistemas de transporte más sustentables, sin comprometer la movilidad de personas ni de bienes. Una estrategia importante a seguir desarrollando es la electromovilidad.
A pesar de que el agua cubre una gran proporción del planeta, sólo el 2% del agua disponible es dulce. El cambio climático compromete de manera significativa su disponibilidad y debemos compatibilizar los distintos usos de forma sostenible. Los océanos han atrapado mucho calor, sin todavía implicar un aumento notorio de la temperatura, pero ha ocasionado una fuerte acidificación, afectando la vida marina. El cambio climático también se refleja en la frecuencia e intensidad de las marejadas, que afectan el funcionamiento de caletas y puertos.
Los niveles de generación de residuos están ligados a los niveles de urbanización, al desarrollo económico de las urbes y al crecimiento demográfico, lo que hace que el tratamiento y eliminación de desechos sean actualmente un desafío importante. Reducir, Reciclar, Reutilizar (3R) son claves para el futuro. El gran desafío para la humanidad es lograr una economía circular, donde nada es basura, como en la propia naturaleza.
El desconocimiento y la ignorancia respecto del impacto de ciertas conductas que afectan al medio ambiente pueden ser elementos también muy dañinos. Por lo mismo, la necesidad de mejorar la comunicación, la educación y la entrega de herramientas para tener conductas responsables son ingredientes ineludibles de cualquier estrategia para enfrentar el Cambio Climático.